9 sept 2010

Y es ahora cuando extrañas mi cuerpo, ahora cuando yo ya no te sueño.

Ahora, cuando enredo mis dedos en otras manos, es cuando tu me necesitas.
Lo nuestro podría haber sido eterno, como el mar que se abría ante nuestros ojos, tan profundo que nunca tocarías el final si no fuera sumergiéndote a miles de metros llenando tus pulmones de oxígeno.
Tu y yo, podríamos haber llenado cientos de páginas de momentos felices, podríamos haber escrito nuestras promesas en una libreta de tapa dura y haberla leído cuando sintiéramos desvanecernos de tanto amor.
Podríamos haber sido los eternos Romeo y Julieta, sin morir, pero amándonos tanto como para hacerlo, bebiéndonos el veneno de nuestras lenguas.
Tu… podrías haberme gritado te quiero desde lo alto de un rascacielos, y entre todo el murmullo de la gente en la quinta avenida, te hubiera escuchado.
Era mágico lo que nos unía, algo único que jamás volveremos a sentir.
Y ahora cuando sus labios besan mi cuello, y sus manos se distraen en mi vientre, tu estarás maldiciendo a todos los dioses por haberme perdido.
Y ahora, cuando su pelvis golpea la mía en un intento de borrarte del todo de mi cuerpo, de arrancarte a gemidos de mi alma, me lloras en silencio.
Yo… podría haberte olvidado, pero no puedo.
Y es ahora, cuando el calor del orgasmo recorre mi cuerpo, que en mi mente surgen tus ojos.
Tu y yo, podríamos ser como Romeo y Julieta y regalarnos la vida eterna.
Tu y yo, deberíamos morir para acabar con nuestra condena.

1 comentario:

Oriana Blanco Herdz dijo...

Maravilloso, el desarrollo de la historia es claro y conciso y tiene esa mezcla tan cargada de tristeza, despecho y sexo...me encanta :)

Besos ^^